jueves, 30 de octubre de 2008

Que me detengan

"Que el mundo fue y será una porquería, ya lo se", cantaba Carlos Gardel en una de las piezas que mejor han retratado la miseria humana, como era Cambalache. El tango, escrito en 1935, ofrecía verdades tan aplicables a hoy como estas: "hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,ignorante, sabio, chorro,generoso, estafador".
Julián Felipe Muñoz Palomo, ex alcalde de Marbella ha salido de la cárcel y pasado mañana se pavoneará delante de millones de espectadores, ávidos de sangre y miseria humana como corresponde a una buena sesión del circo romano en el que se ha convertido parte de la parrilla informativa. Lo triste es que Muñoz no comparecerá para tirar de la manta y ayudar a la justicia, o no intentará ofrecer una explicación razonable a la fuga de capitales de lo que otrora fue un humilde pueblecito de pescadores con un casinito y que se ha convertido hoy en la Babel de la Costa del Sol. Lo triste es que hablará de la Pantoja y de los malos momentos que ha pasado en la cárcel.
Eso es lo triste. Lo patético es que hay televisiones dispuestas a pagar cantidades oscilantes entre los 60.000 y los 400.000 euros, según la fuente que se consulte. Da lo mismo: el caso es untar a un chorizo para que nos cuente lo mal que lo ha pasado en la cárcel.
Tengo treinta años, y como millones de españoles de mi generación, me quedan otros cuarenta de trabajo ininterrumpido para poder pagar a una entidad crediticia una cantidad como la que el tal Muñoz se embolsará este fin de semana o como Violeta Santander, el Dioni, Farruquito, Rodríguez Menéndez, y demás ganado. Me siento feliz, porque me gusta lo que hago, pero a la vista del Hossana mediático perpetrado en torno al personaje, me entra un complejo de imbécil de agarrate y no te menees. Tal vez debiera entrar en política, aprovechar mi cargo para enrollarme con una famosa, trincar toda la pasta del mundo y dejar de comer en la cárcel para tener un aspecto delgadito y dar pena, para que alguien me buscase un "trabajo" y que me den un tercer grado con el que poder pasearme por los platós de televisión. No, no lo voy a hacer, porque aunque les pueda parecer tonto del culo, creo que una de las cosas más bellas de la vida es acostarse por la noche y dormir de un tirón. Pero, por si acaso, que alguien le de mi móvil a Ana Rosa Quintana o Jordi González.

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