lunes, 27 de octubre de 2008

Barack y estrellas

Vale que ver a un afroamericano, negro o mulato disputándose la presidencia con un aspirante que lleva en primera línea política desde el periodo musteriense que tanto apasiona a mis amigos de la facultad de Arqueología de la Universidad de Cádiz es algo raro, rarísimo. Vale que la entrada en acción de Sarah Palin, la maruja que vino del frío, le da otro toque de interés. Vale que lo que decida el sucesor de Junior a partir de enero va a influir tanto como lo que decida Zapatero -por favor: que le dejen ir a la cumbre y se quede tranquilito de una vez-. Y vale que en EE.UU se lo montan de dulce a la hora de vender lo suyo y llamar la atención del resto del personal.
A pesar de todo esto, que quieren que les diga, estoy ya hasta la parte contratante de las elecciones en U.S.A. Y ojo: no me considero antinorteamericano y no soy tan ingenuo como para pensar que me afecta tanto lo que pase en Washington como lo que ocurra en Papúa Nueva Guinea.
Abres un periódico: encuestas y actos de campaña de Obama y McCain. Ves un informativo y la imagen de apertura es la de cualquiera de los dos candidatos entrando "improvisadamente" en una cafetería para zamparse un donut y un batido de fresa. Sintonizas una tertulia y te encuentras a la alineación titular del día analizando los sondeos de opinión en Wyoming, Wisconsin u Ohio. Y luego los frikis somos los que nos sabemos el gobierno de España o los presidentes autonómicos de carrerilla.
A mi el caso es que me gusta más la opción de Obama que la de McCain, que pese a todo no me parecería un mal candidato si tuviera algunos años menos y un@ aspirante a la Vicepresidencia que no fuera tan inquietante como una visita de Jessica Fletcher. Creo que va más con los tiempos, aunque no me imagino un cambio radical mucho más allá de las formas. Pero, por favor, que llegue ya el día 4 de noviembre y voten de una dichosa vez. Y esta vez, que cuenten los votos de una sola tacada. Después de que nos están dando la mundial -y miren que las elecciones de marzo, con tanto talante y tanta niña, fueron para aburrir-, sólo faltaría que se volviesen a liar como la pata de un romano contando boquetitos en las papeletas.

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